Nos desplazamos hasta el pueblo de Araia para subir al monte San Migel Haitza. Comenzamos las primeras y empinadas cuestas en esta mañana de fuerte viento y pronto la primera parada provocada por la curiosidad de los más peques, las gallinas de un caserío junto a la pista. Continuamos la marcha hasta el primer obstáculo, un paso canadiense sin paso peatonal, que lo superamos pasando en fila con la ayuda de las monitoras.

Atacamos ya la cima por un estrecho sendero y por fin vemos el curioso buzón, una réplica en miniatura de una de las vagonetas. Estas vagonetas se empleaban en el transporte del material de la cercana cantera. Foto en la cima y a almorzar en un resguardo, con el Aratz presente en todo momento. Vuelta a Araia, descanso en el parketxe y sorteo en el autobús. Una mañana perfecta.