Bea tiene 34 años, es de Vitoria-Gasteiz Aprendió desde niña con su padre a moverse en la montaña y también le inició en la espeleología. Con 16 años y un grupo de amigos empezaron a escalar. Cuando conoció a su pareja le animó a subir montañas y posterior le inició también en la escalada para disfrutarla juntos.

Al quedarse embarazada de su primer hijo, hace 7 años tuvo que restringir la actividad por prescripción médica. Inició a su hijo con dos años y medio a escalar en roca. Hasta los 6 años no permiten a los niños hacer rocódromo. Todos están federados.

En el segundo embarazo hasta el 3º mes de embarazo no supo que lo estaba: sentía menos energía, le aumentaba la frecuencia cardíaca en los esfuerzos, sudaba más y tenía menos fuerza en el core. En cuanto lo supo siguió escalando y subiendo montañas pero más suave hasta el 5º mes, con menos desniveles y exigencia y 8-10 km de ruta. Elegía destinos con poblaciones cercanas y cobertura para tenerlo todo controlado, nunca se sabe…siempre bajo supervisión médica. “Esas sensaciones las tiene cada mujer de su cuerpo, hasta aquí sí o no”, dice Bea. Con 8 meses ya no escalaba pero acompañaba a su hijo y marido para asegurar.

Para hacer escalada hay unos arnés específicos de embarazadas “arnés integral sin cinta ventral”, pero es caro y se le da poco uso. Ella me comenta que no es frecuente ver a embarazadas en el monte o escalando y “la gente te mira raro”, pero las mujeres que están acostumbradas les parece normal y bajo control del ginecólogo: analíticas, peso, tensión arterial, glucosa, si no hay un riesgo o contraindicación…

Desde que el niño tenía 1 año le han porteado para seguir su actividad deportiva, monte y escalada. 

Hace 4 meses que ha vuelto a ser madre aunque hacer esfuerzos deportivos hasta los seis meses no le recomiendan para  evitar prolapsos o hemorragias internas, prohibido deportes de impacto como correr o carga muscular en la zona abdominal ni planchas ni abdominales, puede hacer piscina y ejercicios de fortalecimiento de suelo pélvico o andar.

 Así que Bea y su familia se están adaptando a esta nueva situación, hacen recorridos más cortos y menos desnivel, y van con todo el material, hamaka para que descanse el pequeño, pañales, comida y el mayor pueda entrenarse junto con sus padres.

Esther Merino